Cuando una persona sufre un ataque de pánico por primera vez, se genera un malestar muy intenso, que sobreviene de manera inesperada e intensa, añadiendo mayor malestar por la sensación de que no se puede controlar en absoluto, dejando la sensación de poder volver a pasar en cualquier momento.
Los síntomas de una crisis de ansiedad o ataque de pánico son según el Manual diagnóstico son:
Aceleración de la frecuencia cardíaca o palpitaciones.
Sudoración, sequedad de boca.
Temblor en extremidades.
Sensación de dificultad para respirar o de asfixia, sensación de ahogo.
Dolor o molestias en el pecho.
Náuseas o malestar abdominal.
Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o de desmayo.
Escalofríos o sensación de calor.
Sensación de entumecimiento o de hormigueos (parestesias).
Sensación de irrealidad (desrealización) o de separarse de uno mismo (despersonalización).
Miedo a “volverse loco” o perder el control, a desmayarse en plena calle, miedo a morir.
Es muy probable que no se pueda identificar un motivo u origen, lo que aumenta esa sensación tan incómoda de incontrolabilidad y que pueda suceder en cualquier momento. En realidad, sí existen estímulos o detonantes que causan los ataques de pánico. En cada persona puede ser diferente pero se han encontrado algunas causas que los generan:
Si consumimos drogas o alcohol.
La percepción de una situación como terrible o muy peligrosa (aunque racional y objetivamente no lo sea).
Estar bajo mucho estrés y ansiedad durante largo tiempo.
Tener la sensación de no poder controlar alguna situación por sentir una intensa inseguridad.
Si bien la literatura científica apunta a que existe una predisposición o cierta vulnerabilidad a poder sufrir ataques de pánico, incluso en estos casos, es posible llevar a cabo algunas pautas que te van a ayudar a manejar las crisis:
Una pauta muy importante que revierte e impide que el ataque de pánico se dispare, es practicar ejercicios de respiración. Si los practicas a diario, será más fácil recurrir a ellos en el momento que pueda surgir un ataque de pánico.
Aprender a detectar los pensamientos que originan y mantienen la crisis, es fundamental para conseguir que desaparezcan los ataques de pánico.
Repasar con qué nivel de ansiedad funciono en mi vida diaria, qué fuentes de estrés tengo y que mantienen esos niveles de ansiedad que, es muy probable que te pase desapercibido.
Procura no ingerir sustancias como cafeína, alcohol o drogas que favorezcan estados de alerta o excitación.
Puedes comenzar a realizar deporte aeróbico, ejercicios que propicien estados de relajación (yoga, meditación...)
La terapia cognitivo-conductual (TCC), es la que ha demostrado mayor efectividad en el tratamiento de los ataques de pánico y la agorafobia. Aprenderás a identificar las sensaciones que desencadenan la crisis, los pensamientos que hay detrás de esas emociones tan intensas, el posible origen y mantenimiento de los ataques de pánico, además de diferentes estrategias y herramientas para lograr reducir la intensidad y controlarlo, recuperando tu calidad de vida.
Los problemas y trastornos de ansiedad se abordan de manera eficiente desde la Terapia Cognitivo Conductual, la cuál tiene un robusto corpus científico, favoreciendo la salud y autoestima.
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